lunes, 17 de septiembre de 2012

Nos empeñamos en buscar la felicidad, pero ella nos tiene que encontrar a nosotros.





Dicen que año nuevo vida nueva, que esas doce campanas suenan de tal manera que no sabemos si el tiempo pasa rápido o lento, y que ya nada importa, en ese momento somos felices a pesar de todo lo ocurrido el año anterior.
Pero realmente, en cada campanada, yo me doy cuenta del tiempo perdido, de las sonrisas perdidas, de las ilusiones dañadas, de todas las copas que no tome y de todas aquellas que no debería haber tomado, de todas las amigas que perdí y de todas aquellas que gané, de las veces que me arrepentí de lo que hice y aquellas otras que luché tanto por lo que quería, que aunque no lo consiguiese, mi alegría era mayor que cualquier cosa.
En cada campanada me doy cuenta de cada derrota, cada victoria, de cada vez que dije que ahí estaría y no estuve, de las veces que fallé y las que me fallaron, con cada campanada pienso en la gente que ya no está conmigo y la gente que está y no es valorada, en el cariño que no dí y los abrazos que no recibí.
Pero realmente me doy cuenta, que esas doce campanadas no son necesarias para una nueva vida, que las nuevas oportunidades que yo me doy a mi misma para volver a comenzar, para darme cuenta de  mis fallos, y brindar por mi alegría, es cuando yo decida, y no cuando unas personas decidan que mi año nuevo comienza.
Por eso, cada día es especial para comenzar, para decir un te quiero o para pedir perdón, cada día es bueno para hacer borrón y cuenta nueva, cada día es bueno para seguir adelante y no mirar hacia atrás,  y sobre todo, para sonreír y ser feliz, porque sino lo haces, eso si será un día perdido.


Hoy, uno de esos días en los que cuentas mas de mil por que diez no te alcanzan. En los que te llenas de por que, por que y por que. En los que quisieras que la cosas cambiaran. En los que te preguntas como seria si fuera diferente. En los que sientes que ya no puedes más. En los que te llenas de ilusiones pensando que tu futuro será genial. En los que pensar te hace daño. En los que ni hablar es bueno. EN LOS QUE SIMPLEMENTE NO TIENES GANAS DE SEGUIR ADELANTE. 


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